Seguimos recorriendo este camino en el que, poco a poco, a través de los Enfoques de Pastoral, vamos descubriendo el REINO DE DIOS. Aún resuenan en nosotros las respuestas a las diferentes preguntas que nos hemos hecho:
¿DÓNDE está el REINO?, y nos atrevimos a decir:
ESTÁ EN TI,
¿CÓMO podemos descubrirlo?, y vimos que sólo había una forma:
CON MÁS CORAZÓN,
¿CUÁNDO lo encontraremos?,
ES LA HORA…
¿PARA QUIÉN ES ESTE REINO? y el mismo Rey, nos respondió:
MI REINO ES POR TI, MI REINO ES PARA TODOS…
Este año nos seguimos interpelando:
¿CON QUIÉN…? ¿Con quién reconoceremos este Reino?
CONTIGO
CONTIGO…Pocas palabras en nuestro diccionario tienen tanta fuerza como la palabra “Contigo”. Cuando alguien la pronuncia pone toda su confianza en la otra persona. Los grandes proyectos, las grandes empresas en la vida, los grandes caminos… comienzan con esa palabra: CONTIGO. Sencilla, pequeña, humilde, pero que encierra todo un mundo de posibilidades.
Dios, es el primero que pronuncia la palabra que acompañará nuestros pasos cada día. Que Dios nos diga “YO ESTOY SIEMPRE CONTIGO”, supone que Él sigue confiando en nosotros, a pesar de nuestras muchas caídas y tropiezos. Él quiere comenzar un nuevo camino con nosotros, una aventura que nace de la confianza y que nos conduce a vivir el amor y la entrega en el servicio a su Reino.
Dios siempre está “contigo” donde se acaban tus seguridades; “contigo” cuando las acontecimientos nos llenan de alegría; “contigo” donde te parece que ya no puedes más; “contigo” cuando sientes el gozo del perdón, “contigo” donde todo se hace noche; “contigo” donde el amor nos lanza a hacer el bien,“contigo” cuando el miedo te puede; “contigo” donde tus certezas se vuelven incertidumbres; “contigo” donde dejas de entender… Él siempre está ahí y es ahí donde escuchas cómo te repite: “YO ESTOY SIEMPRE CONTIGO”.
Nosotros, también tendremos oportunidad de decir, muchas veces,“contigo”. Una palabra que nos abre a un nuevo horizonte, lleno de esperanza y de alegría. Cada vez que pronunciemos esta palabra, tendremos que tener presente, de fondo, la confianza, el deseo de caminar con Dios y poder decirle: “pase lo que pase, que me pase contigo”. Con Él, nuestro Rey, y con los otros: profesores, alumnos, jóvenes, familias, ancianos, catequistas, residentes,…Somos un nudo de relaciones que vamos entretejiendo, conectando. Necesitamos recrear todos estos vínculos con nosotros, con cada persona, con los mayores que nos vinculan con la sabiduría y la memoria, con muchos rostros visibles y los que están invisibilizados, con Dios, con la casa común para construir comunidad donde todos y todas caben.
CONTIGO… INTERPRETAR SUS SEÑALES: caminando contigo podemos interpretar las señales de tu Reino, distinguiéndolas en medio de tantos gestos y actitudes que no nos conducen a él. El mundo es un campo de siembras opuestas. Y el Reino de Dios crece ahí, en la densidad de esa vida a veces tan ambigua y compleja. Ahí está Dios, salvando al hombre. En esos comportamientos y en esos mil gestos que hacemos las personas cada día y donde se mezclan la generosidad con las mezquindades más inconfesables. Es ahí donde tenemos que aprender a interpretar las señales del Reino, donde Jesús nos revela un reinado de Dios sencillo y discreto. El Reino de Dios está «oculto», pero no es un misterio inaccesible. Está «oculto» en Jesús, en su vida y en su mensaje. En Él tenemos la clave para interpretarlo. Cuando descubrimos el Reino de Dios, la «alegría» es inconfundible. El “Reino de Dios” cambia nuestra forma de ver las cosas y nos ayuda a distinguirlo de tantas otras accidentales, a despojamos de lo superfluo, a olvidamos de otros intereses, a saber «perder» para «ganar» en autenticidad. Cuando lo hacemos con Él somos capaces de interpretar sus señales.
CONTIGO… ELEGIR-TE: No es fácil elegir. Es más cómodo dejarse llevar por la inercia de la vida, de las situaciones, de las costumbres. Por ello, nuestro Enfoque de Pastoral este año nos pone en situación de ELEGIR y nos hace preguntarnos: ¿qué caminos voy eligiendo?, ¿cómo es mi estilo de vida?…Creer en Jesucristo es vivir su estilo de vida, animados por su Espíritu, colaborando en su proyecto del Reino de Dios. Nuestra tentación es siempre querer ser cristianos sin elegir a Jesús y sin comprometer nuestra vida en su seguimiento.
El estilo de amar de Jesús es inconfundible. No se acerca a las personas buscando su propio interés o satisfacción, su seguridad o bienestar, sólo parece interesarse en hacer el bien, acoger, regalar lo mejor que él tiene, ofrecer amistad, ayudar a vivir. Lo recordarán así, años más tarde, en las primeras comunidades cristianas: «Pasó toda su vida haciendo el bien.» Su amor tiene un carácter servicial. Jesús se pone al servicio de quienes lo pueden necesitar más. Hace sitio en su corazón y en su vida a quienes no tienen sitio en la sociedad. Defiende a los débiles y pequeños, los que no tienen poder para defenderse a sí mismos, los que no son grandes o importantes para nadie. Se acerca a quienes están solos y desvalidos, los que no tienen quién se preocupe de ellos. Elegir a Jesús nos lleva a vivir según su estilo.